La diabetes de Borges
DOI:
https://doi.org/10.47196/diab.v58i2.806Palabras clave:
diabetes, historia, Jorge Luis BorgesResumen
La diabetes mellitus es una enfermedad que se vincula con la historia argentina. En el siglo XIX se sabe que hubo dos personalidades que la sufrieron: Prilidiano Pueyrredón y Florentino Ameghino. Es probable que los enfermos sean más, pero se ignora en forma documental quiénes fueron.
Prilidiano Pueyrredón, hijo de Juan Martín, y destacado pintor y arquitecto, fue uno de los personajes con diabetes. En un autorretrato de cuerpo entero se lo ve con el abdomen prominente, característico del síndrome metabólico. La enfermedad lo castigó con dureza con una neuropatía periférica y, lo que es más grave para un pintor, con una retinopatía que lo dejó prácticamente ciego. Murió a causa de la diabetes, seguramente por complicaciones cardiovasculares y renales a los 50 años.
El caso de Florentino Ameghino es diferente. El sabio naturalista, también con diabetes, presentó una complicación de las complicaciones: un cuadro de pie diabético en ambos miembros inferiores. Cuando los médicos le indicaron la doble amputación como único tratamiento curativo, Ameghino se negó de plano: “Nací con dos pies y moriré con dos pies”. Y así murió, lo que constituyó el primer caso documentado de autonomía de un enfermo en el país.
Ya en el siglo XX la diabetes tuvo mayor intervención en el desarrollo de la historia argentina.
Roque Sáez Peña, el padre del voto secreto y obligatorio, padeció una diabetes complicada, que fue un obstáculo importante para su gobierno y que le impidió completar su mandato presidencial al morir a causa de esta enfermedad.
Tiempo después, el presidente Roberto M. Ortiz, ministro de Alvear y de Justo antes de ser elegido para presidir el gobierno, manifestó una diabetes grave con una retinopatía diabética que lo llevó a la ceguera y a la renuncia a su mandato presidencial. Fue reemplazado por el vicepresidente Ramón Castillo, de origen conservador, quien no continuó con los criterios democráticos de Ortiz, lo que derivó en la revolución militar del 4 de junio de 1943 con toda su evolución posterior.
A fines del siglo XX, el presidente Carlos Menem, también con una diabetes insulinorrequirente, tuvo algún problema vascular por la enfermedad y episodios de hipoglucemia.
Asimismo, en otras ocasiones, el diagnóstico de diabetes no se hizo público o pasó inadvertido, como fue el caso de nuestro mayor escritor Jorge Luis Borges.
Jorge Luis Borges
En carta a su prima Haedo, integrante de la familia que vivía en Uruguay, Leonor Acevedo de Borges, madre del escritor, le informó que a su hijo le habían diagnosticado diabetes. Pero el testimonio más claro fue el de Epifanía Úbeda de Robledo, Fani, empleada doméstica de los Borges durante décadas.
Armando Almada Roche la entrevistó varias veces y sus declaraciones las publicó en dos libros donde Fani describió la diabetes de Borges en forma detallada: “Le gustaba lo dulce porque era diabético, pero no insulinodependiente sino del tipo 2, que la llaman. Tomaba pastillas, estaba muy controlado. Había que controlarlo pinchándole el dedo con un aparatito que tenía una agujita y así medía la cantidad de azúcar en la sangre. Nunca pasó de los 150. Lo normal, dicen los especialistas, es tener 100 o 110. No comía mucho. Su dieta siempre fue sana: pescado, verduras, arroz con pollo, de vez en cuando unos ravioles o un churrasco. Le gustaban mucho las uvas, el café con leche y el dulce de leche. Esto último prohibidísimo para su salud. Antes de dormir comía dos caramelos de leche”.
En otra etapa de su testimonio Fani refirió: “A eso de las 12 o 12.30 del mediodía una sopa de verdura o arroz hervido a la manteca y naranjas de postre; tomaba agua fría de la canilla. A las 5 en punto de la tarde, siguiendo la costumbre inglesa de Doña Leonor, le servía el té con tostadas y queso”.
El desayuno de Borges consistía en café con leche, tostadas y alguna rodaja fina de queso. Le gustaban mucho los huevos poché; también tomaba mate, pero después dejó de hacerlo porque no le caía bien, le producía acidez.
Como se puede apreciar era una diabetes bien diagnosticada con un control aceptable y régimen relativo.
El escritor Roberto Alifano fue un estrecho colaborador de Borges durante muchos años y también viajó con él en diversas oportunidades. Según Alifano: “Borges hablaba de su parestesia y de la gastritis, pero de la diabetes nunca lo oí hablar y cuidarse, digamos que sí: casi no comía carne, y era devoto de los ñoquis y del arroz con manteca; las salsas le caían mal y las evitaba. Su postre preferido era una naranja o flan con dulce de leche. Era muy parco; sus amigos, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, también lo eran”.
Lo que contaba Alifano es que el régimen que seguía no era muy estricto. La elección de los platos, en especial cuando comían afuera, era posible que se relacionara con su ceguera. Se sabe que comía mucho arroz, seguramente por la facilidad para manejarlo.
Antes de la diabetes, Fani comentó los hábitos alimentarios de Borges y mencionó que le gustaba comer de todo: “Mucha carne, dos veces por día, siempre caldo y después puchero abundante, luego otro plato y el postre, generalmente dulce de leche. Le gustaba la mazamorra, el arroz con leche, los pastelitos y las empanadas, pero su comida preferida eran los ravioles”.
El Dr. Jorge Findor, un reconocido hepatólogo que lo atendía en Buenos Aires por su cáncer de hígado, nunca se refirió a su diabetes.
La ceguera
Se puede asegurar que la diabetes no fue la causa de la ceguera de Borges. Desde su infancia, el sentido de la vista estuvo comprometido. Nació con una catarata congénita hereditaria, y que su padre y su abuelo padecían. Lo operó el Dr. Amadeo Natale, un conocido oftalmólogo de la época, en el 1927.
Siempre tuvo “cortedad de visión” por una miopía. En 1927 se le diagnosticó un queratocono y, a partir de ese momento, fue sometido a numerosas intervenciones quirúrgicas oculares.
La ceguera fue una característica familiar; la sufrieron su tatarabuelo inglés William Haslam, pastor metodista, su bisabuelo Edward Young Haslam, su abuela Frances Haslam y su padre Jorge Guillermo Borges Haslam. Todos murieron ciegos.
A Borges la ceguera lo afectó gradualmente hasta que en 1955 se declaró formalmente ciego, justo cuando fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, como lo describó con ironía en el “Poema de los Dones”.
Se han propuesto diferentes etiologías para su ceguera a través de varios diagnósticos posibles: maculopatía senil, retinopatía diabética, glaucoma, cataratas, retinosis pigmentaria, neuritis óptica hereditaria de Leber o miopatía degenerativa.
Según el Dr. Enrique Malbrán, que atendió a Borges en numerosas oportunidades, corroboró la catarata congénita familiar y un desprendimiento de retina que operó con éxito. De este modo, afirmó que la ceguera del escritor se generó por una miopía degenerativa, también familiar, que se complicó con un coloboma y, en los últimos tiempos, con un glaucoma.
Tanto de la Piedra Walter como Castillo Torres, oftalmólogos mexicanos que trataron los problemas oculares de Borges, acordaron con el diagnóstico de miopía degenerativa.
Así, podemos concluir que Jorge Luis Borges padeció una diabetes mellitus tipo 2 tratada con antidiabéticos orales y un régimen relativo que evolucionó sin mayores complicaciones. Su ceguera la ocasionó una miopía degenerativa que habían sufrido varios de sus antepasados directos.
Citas
I. Almada-Roche A. El otro Borges & Fani, su ama de llaves. Ed. El Pez del Pez, Buenos Aires; 2013.
II. Almada-Roche A. Borges íntimo y Fani. Ed. Prosa, Buenos Aires; 2019.
III. Castillo-Torres SA. Los libros y la noche. Perspectiva neurológica de la ceguera de Jorge Luis Borges. Gac Med Mex 2019;155(5):559-562. doi: 10.24875/GMM.19005044.
IV. De La Piedra W. Diagnóstico etiológico de la ceguera de Jorge Luis Borges basado en su obra literaria. Rev Mex Oftalmol 2016;91(4). doi: 10.1016/j.mexoft.2016.06.001
V. Hadis M. Memorias de Leonor Acevedo de Borges. Ed. Claridad, Buenos Aires; 2021.
VI. Vaccaro A. Georgie 1899-1930. Una vida de Jorge Luis Borges. Ed. Proa/Alberto Casares, Buenos Aires; 1996.
VII. Vaccaro A. Borges. Vida y literatura. Ed. Edhasa, Buenos Aires; 2006.
VIII. Testimonios: Roberto Alifano, Dr. Jorge A. Findor, Dr. Enrique S. Malbrán.
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